¿Por qué nos cuesta cumplir las dietas?
Antes y durante el verano hemos de admitir que a todos se nos pasa por la cabeza realizar una buena “operación bikini” y esto no solo es difícil por la buena comida mediterránea sino porque se sale más y no se come adecuadamente. Pero cuando en firme decidimos realizar una dieta ¿por qué nos cuesta tanto llevarla a cabo?
Una reciente investigación realizada por científicos del Albert Einstein College of Medicine en Estados Unidos parece haber encontrado la respuesta, la cual han publicado recientemente en la revista especializada “Cell Metabolism”.
En las conclusiones de dicho estudio se revela que cuando una persona no come la suficiente cantidad de alimento, las neuronas que inducen la sensación de hambre en el cerebro comienzan a devorarse a si mismas en un acto de “autocanibalismo” que intensifica la señal de hambre y hace que se tenga una mayor urgencia por comer.
Estos hallazgos, conseguidos gracias al estudio con ratones, sugieren que los tratamientos dirigidos a bloquear la autofagia de estas células podría ser útil como arma para luchar contra el hambre y combatir la obesidad.
Así, demuestran que los lípidos que se encuentran en las denominadas neuronas AgRP se activan tras la autofagia, generando ácidos grasos libres que, después, disparan los niveles de AgRP, una señal de hambre en si misma.
Cuando se bloquea el proceso de la autofagia en las neuronas AgRP, los niveles de AgRP no se elevan en respuesta al hambre, según han demostrado estos investigadores. Sin embargo, se mantienen elevados los niveles de otra hormona, denominada hormona estimulante de los melanocitos. Esta alteración de la química del organismo hizo que los ratones adelgazaran, porque comían menos tras el ayuno y quemaban más calorías.
La autofagia tiene un importante rol en otras partes del cuerpo como forma de proporcionar energía en momentos de hambre. Como han demostrado estudios anteriores, a diferencia de otros órganos, el cerebro se muestra relativamente resistente a la autofagia inducida por la sensación de hambre.
Además afirman que los niveles altos crónicos de ácidos grasos en la sangre, como ocurre en las personas con una dieta rica en grasas, puede alterar el metabolismo, generando un círculo vicioso de sobrealimentación y alteración del equilibrio energético. Así, los tratamientos dirigidos a este proceso podrían, hacer que los pacientes tengan menos hambre y quemen más grasa, una buena forma de mantener el equilibrio energético y mantener el peso.
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