España y la fibra óptica
Nuestro país nunca ha sido cabeza de serie en nada de lo que respecta a Internet. No pasa el corte ni en precio, ni en penetración, ni en velocidad, y, como era previsible, tampoco aprueba en la incorporación de las redes ultrarrápidas de última generación a la vida cotidiana de los internautas.
Los datos del último informe del OCDE referentes a España son alarmantemente precarios. Nuestro país forma parte del grupo de naciones desarrolladas cuya penetración de nuevas redes ultrarrápidas no llega al 1%. Nosotros nos quedamos en un raquítico 0,3%, es decir, sólo 3 de cada 1.000 usuarios se conectan a Internet a través de fibra óptica.
Estos datos contrastan con los de los países del norte de Europa, que llegan al 10% de penetración, y con Japón y Corea del Norte, donde más de la mitad de usuarios de los usuarios de Internet utilizan conexiones de fibra. 3 de cada 1.000 frente a 1 de cada 2. Comunicaciones tercermundistas frente a países 2.0
Pero las conexiones de banda ancha, ADSL y cable, tampoco se salvan de la quema. En este tema España ocupa el puesto 22 de los 31 analizados por el OCDE, con una penetración del 22,2%, dos puntos por debajo de la media de los países más desarrollados.
El único área en el que nuestro país destaca ligeramente es en banda ancha móvil. Sigue lejos de la cabeza, que, para variar, está ocupada por Corea del Sur con casi el 100% de penetración, pero nuestro 35,3% nos deja en el puesto número 12 de los países analizados. Todo un logro teniendo en cuenta el resto de resultados.
Está claro que, por mucho que se pongan las pilas en temas de redes y estructuras ultrarrápidas, el futuro en España pasa por la banda ancha móvil.
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